Esta noche quiero abrir la posada de mi casa e invitarte a que te sientes a mi mesa en la cena de la Nochebuena asegurándome así que voy a tener una buena Navidad porque Dios estará sentado también a mi mesa; no podemos olvidar lo que el mismo Jesús nos enseñará de cómo podíamos encontrarlo o como él se hace presente junto a nosotros porque lo que con el otro compartimos a Él se lo hicimos.
En mi mesa no habrá grandes viandas ni generosos regalos recordando que en aquel establo de Belén poco más había que un mendrugo de pan y acaso algún trozo de queso que posteriormente trajeron los pastores, pero si te puedo asegurar que intentaré que no falte el calor en mi mesa porque la llama de nuestros corazones estará encendida y ardiendo fuertemente de amor para contrarrestar la fría noche del establo de Belén que siguen sufriendo tantos a nuestra alrededor en su soledad y en su silencio.
Mis puertas quieren estar siempre abiertas, mi corazón quiere convertirse en la más hermosa cuna de amor que dé calor a tantos que viven al raso en la vida envueltos solo por su pobreza y cargando en solitario con los problemas de la vida.
Tenemos que hacer verdadera Navidad no porque pongamos tintineantes luces de colores como un adorno que pronto va a perder su resplandor, sino porque vayamos llenando de nueva luz nuestra vida y nuestro mundo con esa luz que nos viene de Jesús.
Hagamos de verdad Navidad no simplemente porque ahora toca felicitarnos sino porque comencemos a llevar felicidad a tantos que lloran en sus tristezas y soledades a nuestro lado.
Hagamos Navidad no solo porque creemos un ambiente navideño de fiesta que se vuelve transitorio porque pronto iremos a nuestros intereses y ambiciones olvidando pronto aquellas canciones que con tanto entusiasmo cantábamos, sino que nuestra Navidad sea algo profundo que nazca en lo más hondo de nosotros porque hemos puesto a Dios en nuestra vida y así queremos ponerlo en nuestro mundo.
Aunque vayamos a contracorriente hagamos presente a Jesús que nos trae una nueva onda de amor que quizás pudiera complicar nuestra vida pero con lo que al final haremos un mundo nuevo de verdadera felicidad.
No nos quedemos en decir felices fiestas sino que con valentía digamos feliz navidad en el nacimiento de Jesús que es el Señor de mi vida y de mi historia. Es lo que queremos celebrar alrededor de esta mesa donde todos nos sentimos invitados a compartir la verdadera alegría de la Navidad.
© carher

No hay comentarios:
Publicar un comentario