QUEREMOS PEDIRTE POR LA PAZ
Esta tarde, Señor,
venimos a pedirte por la paz;
humildemente nos
postramos en tu presencia
y te adoramos,
Señor,
queriendo hacer la
mejor ofrenda de nuestra fe
y de nuestro amor;
creemos en ti,
Señor,
realmente presente
en el Sacramento de la Eucaristía;
eres nuestro Dios y
Señor,
y a ti acudimos
recogiendo el sentir
y los deseos de
tantos hermanos nuestros,
que como un clamor
de toda la humanidad
pide que nos
concedas el don de la paz;
a ti, Cristo Jesús,
Príncipe de la paz,
sube el grito de
todas las partes de la tierra,
de todo el pueblo y
del corazón de cada uno,
de la única gran
familia que es la humanidad
con angustia
creciente pidiéndote por la paz.
Es el grito unánime
de todos los hombres de buena voluntad
que proclama,
¡queremos un mundo
en paz,
queremos ser
hombres y mujeres de paz,
queremos que en
nuestra sociedad
destrozada por
divisiones y conflictos estalle la paz:
nunca más la
guerra!
Que el grito de la
paz se alce con fuerza
para que llegue al
corazón de todos
y todos depongan
las armas
y se dejen guiar
por el deseo de la paz.
El Papa Francisco
nos ha convocado,
ha convocado a toda
la Iglesia
pero ha convocado a
todos los hombres de buena voluntad,
y es hermosa la
respuesta que desde todos los rincones de la tierra,
y hombres y mujeres
de toda raza y religión,
se han unido a esta
oración por la paz;
gracias, Señor, tú
eres el que mueves los corazones.
Te pedimos que
muevas el corazón de las partes en conflicto
para que escuchen
la voz de su conciencia
y emprendan con
decisión y valentía el camino del encuentro,
superando la ciega
confrontación;
que la comunidad
internacional haga todo el esfuerzo posible
para promover
iniciativas claras a favor de la paz en Siria,
basada en el
diálogo y la negociación,
por el bien de toda
la población;
que aprendamos a responder
a la violencia,
al conflicto y a la
guerra,
con la fuerza del
diálogo, de la reconciliación y del amor;
que sepamos
encontrar caminos de paz
y aprendamos a
construir cada día y en todo ambiente
una auténtica
cultura del encuentro y de la paz;
que se superen las
violencias para que se cumpla tu palabra
y de las espadas
sepamos forjar arados y de las lanzas podaderas,
como nos habias
dicho por el profeta;
que ninguna nación
se levante contra otra
y nunca más nos
adiestremos para la guerra;
que todos sepamos
construir un mundo en paz.
Tú que has venido a
guiar nuestros pasos por el camino de la paz,
ten piedad y
misericordia de nosotros;
tú que eres nuestra
paz y has hecho de todos los hombres
un solo pueblo
derribando el mundo que los separaba,
ten piedad de
nosotros;
tú que has
reconciliado a todos los pueblos
uniendolos en un
solo cuerpo mediante tu cruz,
ten piedad y
misericordia de nosotros.