escuchemos la melodía de la vida

Con el repentino tintineo del despertador despertamos a un nuevo día, o quizás lo hemos programado con una música agradable para ser más dulce nuestro despertar, desde fuera nos llega el alegre trino de los pajaritos, escuchamos el sonido del amanecer donde todo poco a poco se va despertando y con ello comenzamos el camino de un nuevo día; escuchemos así la melodía de la vida, el silbido del aire que se cuela por las rendijas de nuestra ventana, el murmullo de los que caminan a nuestro lado, el ruido a veces ensordecedor de las máquinas que funcionan en los trabajos de nuestro entorno, pero sobre todo el ejército incontable de nuestros amigos que nos cuentan sus cuitas, que sobre nuestro hombro lloran sus penas, que desahogan lo que llevan en el corazón, que nos transmiten la alegría de la vida en lo que van realizando, que comparten con nosotros el camino a veces en silencio, que se alegran con nuestra presencia, que abren su corazón para dejarnos un lugar para nuestro descanso; escuchemos, sí, ese hermoso concierto que es la vida poniendo también nosotros las notas musicales de nuestra cercanía, nuestra generosidad y nuestra ternura, sintamos que es algo bello la vida aunque a veces tenga sus silencios o en la lejanía suenen tambores violentos que puedan romper esa armonía; pero seamos con nuestro gestos, con la apertura de nuestro corazón, con la serenidad de nuestra vida signos de que es posible un mundo feliz. Buenos días. © carher