Haz que mi amor y solidaridad sea signo de tu amor para despertar la esperanza de los que viven en las sombras de la desilusión
Tú nos dijiste,
Señor, que estarías con nosotros
hasta la cosumación
de los siglos;
creemos en ti, Señor,
y creemos en tu palabra;
hacemos acto profundo
de fe en tu presencia
en medio de nosotros
en el Sacramento de la Eucarístía;
ante ti nos postramos
porque eres nuestro Señor;
a ti, Señor, te
adoramos porque eres el Hijo de Dios;
a ti, Señor, en esta
tarde queremos manifestar
todo lo que es
nuestra fe
y queremos al mismo
tiempo
caldear nuestro amor
en tu amor
para que así nunca
nos falte la esperanza.
Viniste, Señor, en la
carne
y te hiciste hombre encarnándote
en las entrañas
purisimas de María;
en todo te hiciste
semejante a nosotros
y aunque no tenías
pecado
cargaste con nuestros
pecados;
fuiste para nosotros
vida y salvación,
nos trajiste el
perdón y la gracia
y nos regalaste tu
vida divina;
prometiste, Señor,
que volverías al
final de los tiempos
para juzgar a vivos y
muertos,
para llevarnos
contigo,
para llenarnos de la
plenitud de la vida eterna,
porque nos anunciaste
y prometiste resurrección
para vivir para
siempre tu vida en plenitud;
caminamos en esa
esperanza
y cuando ahora nos
preparamos
para celebrar tu
primera venida
lo recordamos porque
forma parte de nuestra fe.
Señor, que no nos
falte la esperanza
porque perderiamos la
trascendencia de nuestra vida
y el sentido de
nuestro caminar;
reaviva en nosotros,
Señor, la esperanza,
para que podamos
trasmitirla y contagiarla a los demás,
a ese mundo en medio
del cual vivimos
pero que ha perdido
el sentido de ti
y ya no cree ni
escucha tu palabra;
sabemos que son
muchos los problemas
que afectan la vida
de los hombres y mujeres
nuestros hermanos que
caminan a nuestro lado,
pero cuando les falta
la luz de la fe,
cuando no tienen
sentido de trascendencia
todo se vuelve oscuro
y tenebroso;
son muchos los que
sufren a nuestro lado
y en tu nombre
tendriamos que llevarles
la buena nueva de tu
esperanza;
en la sinagoga de
Nazaret recordaste
al profeta que
proclamaba
que venia el ungido
del Espíritu
para anunciar la
Buena Nueva a los pobres
y a los cautivos la
libertad,
proclamando el año de
gracia del Señor;
fue tu misión y es
ahora nuestra misión;
pero algunas veces no
sabemos como hacerlo
y nos sentimos
impotentes,
por eso te pedimos
que caldees nuestro corazón
para que no nos falte
el amor
y con nuestra
cercanía y solidaridad
queriendo caminar a
su lado,
compartiendo su vida
y sus sufrimientos
les hagamos ver que
hay una luz que nos da sentido,
que se puede salir de
esas tinieblas
que les envuelven en
sus problemas
y también en sus
desesperanzas;
que con nuestro amor
les anunciemos
que tu has venido a
traernos una buena noticia
que llene de
esperanza a los pobres
y que para los
oprimidos hay señales
de una pronta
liberación,
porque contigo un
mundo nuevo va a comenzar.
Dame fuerza, Señor,
para que con mi amor
sepa caminar
al lado del hermano
que sufre,
cualquiera que sea su
sufrimiento,
que sea capaz de
acompañar en las soledades de tantos
que ven los caminos
de su vida llenos de sombras
y con mucha amargura
en el corazón;
dame la fuerza de tu
gracia, Señor,
para trabajar de
forma seria y comprometida
por hacer que nuestro
mundo sea mejor,
que los hombres
nuestros hermanos puedan ser más felices,
que los que se
sienten abandonados
encuentren quienes
les amen
y sean signos de tu
presencia y cercanía.
Señor, ayúdame
a mantenerme firme en
la fe que me regalaste,
que no se debilite
nunca mi esperanza
y que con mi amor y
solidaridad
sea un signo de tu
amor
para despertar la
esperanza
que tanto necesitan
los hombres y mujeres
que envueltos en las
tinieblas de desilusión
caminan a nuestro
lado;
que podamos hacer ese
mundo nuevo de paz y de amor
que tu quisiste
construir con tu presencia en medio de nosotros.