domingo, 30 de noviembre de 2014

Haz que mi amor y solidaridad sea signo de tu amor para despertar la esperanza de los que viven en las sombras de la desilusión

Haz que mi amor y solidaridad sea signo de tu amor para despertar la esperanza de los que viven en las sombras de la desilusión


Tú nos dijiste, Señor, que estarías con nosotros
hasta la cosumación de los siglos;
creemos en ti, Señor, y creemos en tu palabra;
hacemos acto profundo de fe en tu presencia
en medio de nosotros en el Sacramento de la Eucarístía;
ante ti nos postramos porque eres nuestro Señor;
a ti, Señor, te adoramos porque eres el Hijo de Dios;
a ti, Señor, en esta tarde queremos manifestar
todo lo que es nuestra fe
y queremos al mismo tiempo
caldear nuestro amor en tu amor
para que así nunca nos falte la esperanza.
Viniste, Señor, en la carne
y te hiciste hombre encarnándote
en las entrañas purisimas de María;
en todo te hiciste semejante a nosotros
y aunque no tenías pecado
cargaste con nuestros pecados;
fuiste para nosotros vida y salvación,
nos trajiste el perdón y la gracia
y nos regalaste tu vida divina;
prometiste, Señor,
que volverías al final de los tiempos
para juzgar a vivos y muertos,
para llevarnos contigo,
para llenarnos de la plenitud de la vida eterna,
porque nos anunciaste y prometiste resurrección
para vivir para siempre tu vida en plenitud;
caminamos en esa esperanza
y cuando ahora nos preparamos
para celebrar tu primera venida
lo recordamos porque forma parte de nuestra fe.

Señor, que no nos falte la esperanza
porque perderiamos la trascendencia de nuestra vida
y el sentido de nuestro caminar;
reaviva en nosotros, Señor, la esperanza,
para que podamos trasmitirla y contagiarla a los demás,
a ese mundo en medio del cual vivimos
pero que ha perdido el sentido de ti
y ya no cree ni escucha tu palabra;
sabemos que son muchos los problemas
que afectan la vida de los hombres y mujeres
nuestros hermanos que caminan a nuestro lado,
pero cuando les falta la luz de la fe,
cuando no tienen sentido de trascendencia
todo se vuelve oscuro y tenebroso;
son muchos los que sufren a nuestro lado
y en tu nombre tendriamos que llevarles
la buena nueva de tu esperanza;
en la sinagoga de Nazaret recordaste
al profeta que proclamaba
que venia el ungido del Espíritu
para anunciar la Buena Nueva a los pobres
y a los cautivos la libertad,
proclamando el año de gracia del Señor;
fue tu misión y es ahora nuestra misión;
pero algunas veces no sabemos como hacerlo
y nos sentimos impotentes,
por eso te pedimos que caldees nuestro corazón
para que no nos falte el amor
y con nuestra cercanía y solidaridad
queriendo caminar a su lado,
compartiendo su vida y sus sufrimientos
les hagamos ver que hay una luz que nos da sentido,
que se puede salir de esas tinieblas
que les envuelven en sus problemas
y también en sus desesperanzas;
que con nuestro amor les anunciemos
que tu has venido a traernos una buena noticia
que llene de esperanza a los pobres
y que para los oprimidos hay señales
de una pronta liberación,
porque contigo un mundo nuevo va a comenzar.

Dame fuerza, Señor,
para que con mi amor sepa caminar
al lado del hermano que sufre,
cualquiera que sea su sufrimiento,
que sea capaz de acompañar en las soledades de tantos
que ven los caminos de su vida llenos de sombras
y con mucha amargura en el corazón;
dame la fuerza de tu gracia, Señor,
para trabajar de forma seria y comprometida
por hacer que nuestro mundo sea mejor,
que los hombres nuestros hermanos puedan ser más felices,
que los que se sienten abandonados
encuentren quienes les amen
y sean signos de tu presencia y cercanía.

Señor, ayúdame
a mantenerme firme en la fe que me regalaste,
que no se debilite nunca mi esperanza
y que con mi amor y solidaridad
sea un signo de tu amor
para despertar la esperanza
que tanto necesitan los hombres y mujeres
que envueltos en las tinieblas de desilusión
caminan a nuestro lado;
que podamos hacer ese mundo nuevo de paz y de amor

que tu quisiste construir con tu presencia en medio de nosotros.

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