¡Marana tha! Ven, Señor Jesús
¡Marana
tha! Ven, Señor Jesús.
Es
nuestro grito,
es
nuestra oración,
es
la aclamación
que
queremos hacerte en esta tarde
cuando
con fe nos postramos ante tu Sacramento.
Eres
un Dios grande y poderoso,
soberano
de todo,
Rey
y Señor del Universo;
a
ti acudimos con fe
porque
sabemos que en ti
está
nuestra salvación y nuestra vida;
nos
postramos por tierra
bendiciendo
para siempre tu nombre;
eres
nuestro Creador,
nuestro
Señor,
nuestro
Dios;
somos
tu pueblo,
somos
tu hijos
que
a tu presencia venimos en esta tarde
y
te gritamos en este inicio del Adviento,
¡Marana
tha! Ven, Señor Jesús.
Queremos
que nos encuentres en vela,
ponemos
en ti
toda
nuestra fe y nuestra esperanza,
pero
aviva y alimenta
la
llama de nuestra fe y de nuestro amor;
que
se mantenga viva nuestra fe,
que
no se nos apague la esperanza,
que
no se enfríe nuestro corazón;
como
el centinela queremos estar vigilantes
con
la seguridad y la certeza
de
que tú vienes a nosotros;
no
queremos dejarnos confundir
por
el ambiente que nos rodea
por
eso queremos conocerte más
para
amarte mejor;
ayúdanos,
Señor, a mantener vivo y caldeado
el
espíritu de oración en nuestro corazón,
que
cada día te desee más,
sienta
más ansias de ti,
de
tu presencia,
de
tu gracia,
de
tu amor;
que
no olvide nunca
que
siempre estoy en tu presencia
para
que mi vida sea santa,
para
que permanezca para siempre unido a ti,
para
que sienta que nunca me faltará tu amor.
¡Marana
tha! Ven, Señor Jesús.
Que
no se me embote la mente,
que
no me deje seducir nunca por falsos señuelos,
que
los agobios de la vida
nunca
me encierren en mi mismo,
que
no caiga en las redes que me esclavizan,
que
el pecado nunca perturbe mi alma
para
alejarme de ti;
solo
en ti y contigo
podré
vencer la tentación que me lleva al pecado,
pero
que tampoco caiga en la tibieza
que
tanto daño puede hacerme
porque
se convierte
en
una pendiente peligrosa para mi vida,
porque
dejaré de darle importancia
a
las cosas que en verdad la tienen,
porque
me iré apartando
de
los valores del Evangelio que me enseñas,
porque
me irá debilitando por dentro
y
al final tengo el peligro de alejarme de ti,
o
de perder la fe;
ayúdame,
Señor,
a
mantenerme despierto y vigilante,
que
me sienta seguro de mi fe
y
deje que mi vida se ilumine con su luz.
¡Marana
tha! Ven, Señor Jesús.
Tenemos
la certeza
de
que quieres reinar en nuestra vida;
iniciamos
este camino de Adviento
llenos
de esperanza
porque
estamos seguros
que
vienes a nosotros con tu salvación;
que
cada día tú nazcas de nuevo en mi corazón.
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