sábado, 29 de noviembre de 2014

¡Marana tha! Ven, Señor Jesús

¡Marana tha! Ven, Señor Jesús


¡Marana tha! Ven, Señor Jesús.
Es nuestro grito,
es nuestra oración,
es la aclamación
que queremos hacerte en esta tarde
cuando con fe nos postramos ante tu Sacramento.

Eres un Dios grande y poderoso,
soberano de todo,
Rey y Señor del Universo;
a ti acudimos con fe
porque sabemos que en ti
está nuestra salvación y nuestra vida;
nos postramos por tierra
bendiciendo para siempre tu nombre;
eres nuestro Creador,
nuestro Señor,
nuestro Dios;
somos tu pueblo,
somos tu hijos
que a tu presencia venimos en esta tarde
y te gritamos en este inicio del Adviento,
¡Marana tha! Ven, Señor Jesús.

Queremos que nos encuentres en vela,
ponemos en ti
toda nuestra fe y nuestra esperanza,
pero aviva y alimenta
la llama de nuestra fe y de nuestro amor;
que se mantenga viva nuestra fe,
que no se nos apague la esperanza,
que no se enfríe nuestro corazón;
como el centinela queremos estar vigilantes
con la seguridad y la certeza
de que tú vienes a nosotros;
no queremos dejarnos confundir
por el ambiente que nos rodea
por eso queremos conocerte más
para amarte mejor;
ayúdanos, Señor, a mantener vivo y caldeado
el espíritu de oración en nuestro corazón,
que cada día te desee más,
sienta más ansias de ti,
de tu presencia,
de tu gracia,
de tu amor;
que no olvide nunca
que siempre estoy en tu presencia
para que mi vida sea santa,
para que permanezca para siempre unido a ti,
para que sienta que nunca me faltará tu amor.

¡Marana tha! Ven, Señor Jesús.
Que no se me embote la mente,
que no me deje seducir nunca por falsos señuelos,
que los agobios de la vida
nunca me encierren en mi mismo,
que no caiga en las redes que me esclavizan,
que el pecado nunca perturbe mi alma
para alejarme de ti;
solo en ti y contigo
podré vencer la tentación que me lleva al pecado,
pero que tampoco caiga en la tibieza
que tanto daño puede hacerme
porque se convierte
en una pendiente peligrosa para mi vida,
porque dejaré de darle importancia
a las cosas que en verdad la tienen,
porque me iré apartando
de los valores del Evangelio que me enseñas,
porque me irá debilitando por dentro
y al final tengo el peligro de alejarme de ti,
o de perder la fe;
ayúdame, Señor,
a mantenerme despierto y vigilante,
que me sienta seguro de mi fe
y deje que mi vida se ilumine con su luz.

¡Marana tha! Ven, Señor Jesús.
Tenemos la certeza
de que quieres reinar en nuestra vida;
iniciamos este camino de Adviento
llenos de esperanza
porque estamos seguros
que vienes a nosotros con tu salvación;
que cada día tú nazcas de nuevo en mi corazón.


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