‘Venid vosotros solos a un sitio tranquilo y apartado’
‘Venid
vosotros solos a un sitio tranquilo y apartado’,
les dijiste un día
los discípulos
y quisiste que
fueran contigo
para disfrutar de
tu presencia y de tu Palabra;
venid vosotros
conmigo, nos dices en esta tarde
para nos vengamos
contigo a este rato de oración;
queremos apartarnos
ahora de otras preocupaciones
y dejar a un lado
nuestras prisas,
queremos estar
contigo;
nos gozamos, Señor,
con tu presencia;
te damos gracias
por tu amor
y por tu invitación
a estar contigo;
queremos en verdad
sentirnos a gusto contigo en esta tarde
para disfrutar de
tu presencia y de tu amor;
creemos en tí,
estás aquí
presente,
no solo porque en
tu inmensidad
todo lo llenas y
todo lo habitas
y nada existe ni
tiene vida
sin tu presencia y
tu amor,
sino que además
estás aquí
real y
verdaderamente presente
en el Sacramento de
la Eucaristía;
así quisiste
quedarte para nosotros
en la presencia del
Sacramento,
milagro y locura de
tu amor por nosotros;
eres Tú, Señor, el
que estás aquí entre nosotros
y el que nos has
convocado
para que estemos
contigo;
eres Tú el que nos
vas a regalar con tu palabra
que va a enardecer
nuestro corazón
y va a ser luz para
nuestra vida;
eres Tú el que nos
llenas de tu Espíritu
para que podamos
hacer la mejor oración;
eres tú el que nos
vas a hacer gustar
de las mieles de tu
amor;
gracias, Señor.
Humildemente
venimos a tí con lo que somos
y con las miserias
que llenan nuestra vida;
ponemos ante ti
nuestro amor
y nuestros buenos
deseos,
pero aquí venimos
con nuestros
sufrimientos y nuestras desesperanzas,
con nuestros
cansancios y con nuestras rutinas,
con las heridas de
nuestro cuerpo
lleno de
sufrimientos por las enfermedades
que nos van
apareciendo con el paso de los años,
pero también con
las heridas de nuestra alma
que muchas veces
nos cuesta tanto reconocer.
Queremos amarte,
Señor,
sí, queremos amarte
pero sabiendo
que tenemos que
amarte en nuestros hermanos,
esos que están ahí
a nuestro lado
y con los que
convivimos cada día,
sin embargo nos
cuesta tanto,
no siempre nos
aceptamos ni comprendemos,
muchas veces nos
aparecen espinas en el alma
porque dejamos
meter en nosotros
recelos, envidias,
desconfianzas
y hasta en
ocasiones nos llenamos de violencias
que nos enfrentan y
merman nuestro amor;
quiero amarte,
Señor,
y quiero amarte en
esos hermanos y hermanas
que están a mi
lado;
dame tu fuerza y tu
gracia,
mira mi buena
voluntad
pero también tantas
debilidades como hay en mi vida
y me impiden vivir
un amor puro y entregado;
dame tu fuerza,
dame la fuerza de
tu Espíritu,
e inundame de tu
gracia.
Queremos encontrar
tu luz
que nos haga mirar
con mirada nueva
a nuestro
alrededor,
con mirada luminosa
para que aprendamos
así a amar de verdad
y seamos capaz de
verte a ti en el hermano;
haz que encontremos
la paz del corazón
que se traduzca en
esa armonía
que viva siempre
con los que están a mi lado;
dame, Señor,
dame la fuerza de
tu amor.
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