Danos, Señor, el don de tu Espíritu que nos haga nacer de nuevo
Postrados ante tí en adoración,
en alabanza y acción de gracias
queremos pedirte, Señor,
que nos concedas el don de tu Espíritu:
el Espíritu que inspire nuestra oración
para la mejor alabanza,
para saber mejor lo que hemos de pedirte;
el Espíritu que reanime nuestra vida
y nos haga hombres nuevos;
el Espíritu que nos inunde de tu amor
para que amemos siempre con tu mismo amor;
el Espíritu que guíe nuestro corazón
y abra nuestra inteligencia para conocerte más,
para tener la fuerza para seguirte,
y para que sintamos
esa comunión de amor entre los hermanos
que nos haga ser en verdad
signos creíbles de tu presencia
en medio de nuestro mundo.
Le hablaste, Señor, a Nicodemo
que había que nacer de nuevo
y él no entendía lo que tú querías decirle;
nos pasa tantas veces
cuando queremos entender las cosas por nuestra cuenta
y nos olvidamos de pedir la luz de tu Espíritu;
creer en ti y seguirte nos exige
renovar totalmente nuestro corazón y nuestra vida;
cuando anunciabas el Reino de Dios
nos invitabas a creer
en la Buena Noticia que nos anunciabas
y a convertir nuestro corazón;
pero a veces somos mezquinos en lo que queremos darte
y sólo damos migajas;
pero tú quieres nuestra vida,
nuestro corazón,
la totalidad de nuestro amor;
por eso nos hablas de nacer de nuevo
para ver el Reino de Dios;
pero ese nacer de nuevo
no puede ser sólo una cosa de nuestro voluntarismo,
lo que hagamos por nosotros mismos,
sino por la gracia de tu Espíritu
del que quieres llenar nuestro corazón.
Que seamos capaces de abrir nuestro corazón,
ser dóciles a las inspiraciones del Espíritu,
para que haya generosidad en nuestra entrega,
para que seamos radicales en tu seguimiento
aunque nos cueste
porque sabemos que seguirte
nos exige ser un hombre nuevo.
Por eso, Señor, pedimos
que nos des la gracia y el don de tu Espíritu.
Gracias, Señor, por tu amor,
por el regalo del Bautismo,
por el don de tu Espíritu.
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