viernes, 15 de noviembre de 2013

Gracias, Señor, por la Iglesia


Gracias, Señor, vengo a darte en esta tarde por tu Iglesia;
gracias, Señor, por ser miembro de la Iglesia;
gracias, Señor, porque por la fuerza de tu Espíritu
puedo sentirme miembro de la Iglesia
y en comunión de Iglesia vivir unido a mis hermanos en la fe.

Has querido, Señor, que seamos una familia,
que nos sintamos hermanos,
que vivamos en comunión los unos con los otros,
que nos aten siempre los lazos del amor;
todo eso lo podemos vivir en el seno de tu Iglesia,
a pesar de nuestras flaquezas y debilidades,
a pesar de que no siempre amamos
con un amor como tú lo quieres,
que sea semejante a tu amor,
a pesar de que muchas veces
se nos meten dentro de nuestro corazón muchas cosas
que pueden dañar nuestro amor,
y tenemos nuestras desconfianzas y nuestras reticencias;
gracias, Señor, porque tu gracia
podemos superarlo y sentirnos Iglesia.

Esta tarde vengo a pedirte de manera especial por la Iglesia,
por esta Iglesia nuestra
en la que vivimos y alimentamos nuestra fe,
por mi Iglesia en la que quiero proclamar mi fe,
por esa comunidad eclesial y diocesana a la que pertenecemos
donde tan maravillosamente te haces presente
en el cuidado amoroso que tienes con nosotros
a través de los pastores que has puesto a nuestro lado
para en tu nombre ayudarnos a caminar y recorrer
nuestros caminos de fe y de amor;
somos la Iglesia peregrina
que camina aquí en esta tierra canaria
de nuestras islas de Tenerife, la Palma,
la Gomera y el Hierro;
somos la iglesia peregrina
que queremos ser aquí
en medio de nuestros hermanos los  hombres
semillas de otro reino,
testimonio de tu amor;
somos la Iglesia peregrina
en medio de sombras y dificultades,
pero sintiéndonos animados en el amor
por la fuerza de tu Espíritu
para llenar de paz, de amor y de luz
a cuantos caminan a nuestro lado
llenos de dudas y de sombras.

En tus manos nos ponemos, Señor, en esta tarde;
muchas son las cosas que queremos poner en tu presencia
de nuestros anhelos y de nuestras inquietudes,
de los anhelos e inquietudes de tantos
que se entregan y que trabajan por los demás
en los distintos campos de apostolado
y en los distintos ambientes;
que no falte nunca la fuerza de tu gracia,
la presencia del Espíritu,
es lo que en esta tarde queremos pedirte con todo fervor;
ilumina nuestro corazón
para que cada día más amemos a nuestra Iglesia,
la conozcamos y nos comprometamos con ella.

Gracias, Señor, porque aquí podemos vivir

esa comunión de Iglesia.

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