sábado, 30 de noviembre de 2013

Ya estamos, Señor, en Adviento



Ya estamos en el Adviento, Señor, en esta tarde del sábado
y por ese Adviento que quiero vivir
va a ser hoy mi oración.

Nos preparamos para celebrar tu venida en la carne
cuando llegue de nuevo la Navidad,
pero vivimos el adviento
en clave de esperanza en tu segunda venida
cuando vengas con gloria y majestad;
pero somos conscientes, Señor,
de que cada día quieres venir a nosotros,
hacerte presente en nuestra vida,
hacernos llegar tu gracia
transformadora y salvadora
y para esa venida hemos de estar atentos y preparados;
por eso vivimos el adviento también
en clave de trascendencia
porque vienes a nosotros para levantarnos,
para hacernos mirar a lo alto,
para que le demos valor y sentido
a lo que hacemos cada día,
para que en cada cosa que hacemos o vivimos
lo hagamos también pensando en la vida eterna en plenitud
que contigo un día hemos de vivir.

Ven, Señor, no tardes, ven pronto, Señor,
vamos a cantarte y a gritarte muchas veces en estos días,
pero  no queremos que sean solo palabras
que cantemos o gritemos
sino que sea un deseo vivo y profundo
que salga de lo hondo de nuestro corazón;
queremos, Señor, que vengas
y esa es nuestra oración,
porque necesitamos de tu luz,
porque necesitamos despertar
y avivar nuestra esperanza,
porque queremos ponernos en la sintonía de tu amor,
porque queremos que estés con nosotros, Señor,
para que aprendamos a hacer un mundo nuevo;
nuestros egoísmos y ambiciones,
nuestros orgullos e insolidaridades
han maleado ese mundo bueno
que salió de tus manos creadoras
y pusiste en las nuestras
para que lo siguiéramos construyendo;
necesitamos que venga a nosotros el Salvador
que nos arranque de ese pozo de negrura
en que tantas veces nos hemos metido
para que se llene de nuevo de luz
nuestra vida y nuestro mundo;
por eso, una y otra vez te gritamos,
clamamos a ti y gemimos,
¡Ven pronto, Señor, ven pronto y no tardes!

Simbólicamente iremos encendiendo luces cada semana
que nos iluminen el camino de Adviento
que hoy estamos emprendiendo;
luces que no tienen que ser otra cosa
que un reflejo de tu luz;
luces que manifiestan nuestra esperanza
y nuestro compromiso
porque no solo las encendemos en nuestras celebraciones
sino que queremos encenderlas en nuestro vida
poniendo más amor,
más generosidad
en lo que compartimos con los demás,
más paz en nuestras relaciones,
más esperanza de vida eterna,
más deseos de verdad y de justicia,
más compromisos por la armonía
y la convivencia de cada día;
son las luces de nuestro camino
que no es otro que seguir tu camino;
son las luces de nuestro compromiso
pero también de nuestro testimonio
con el que queremos iluminar la vida de los demás.

Danos tu luz, Señor,
que no nos falte el aceite de tu gracia,
que sepamos acudir siempre a ti
para mantener siempre encendida nuestra luz.

Ven, Señor,  no tardes,
ven pronto, Señor, que te esperamos

y enciéndenos tu luz en nuestro corazón.

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