sábado, 3 de mayo de 2014

Siembra, Señor, la inquietud de Dios en nuestros corazones



Siembra, Señor, la inquietud de Dios en nuestros corazones


‘Muéstranos al Padre y eso nos basta’,
te pedían los apóstoles en la última cena
cuando les hablabas del Padre;
era la expresión de la inquietud
y de los deseos hondos que llevaban en el alma;
ellos habían querido seguirte y conocerte
y un día lo dejaron todo para estar contigo
cuando les hiciste esa invitación de amor;
tú habías caldeado sus corazones
y ahora sus corazones vibraban de amor,
aunque en ocasiones se sentían débiles y llenos de miedo;
se esconderían en el cenáculo
con las puertas cerradas por miedo a los judíos
a pesar de que tanto habían porfiado
que darían su vida por ti,
pero tú conocías su amor y sus buenos deseos,
aunque también sabías de sus debilidades y flaquezas;
por eso les pedías que tenían que estar unidos a ti,
que permaneciendo en ti
podrían permanecer en el amor de Dios;
que unidos a ti y conociéndote a ti
podrían descubrir el rostro de Dios;
les pedías que velaran en oración
para que nunca se apartaran de Dios.

También nosotros venimos ante ti con inquietud en esta tarde
porque queremos unirnos a ti,
para vivir tu vida,
para llenarnos de ti
y alcanzar la plenitud que tú nos das;
nos has dicho que eres el Camino y la Verdad y la Vida
y nosotros queremos seguirte,
queremos poner en ti todo nuestro amor,
queremos llenarnos de ti
porque así sabemos que estamos llenos de Dios.

Siembra, Señor, esa inquietud de Dios en nuestros corazones,
caldea nuestro espíritu
para que solo te deseemos a ti
y no marchemos confundidos
por caminos que nos alejen de ti;
tú nos conoces, Señor,
y sabes lo débiles que somos,
cómo también muchas veces tenemos miedo
y estamos acobardados; 
ayúdanos, Señor,
caldea nuestro corazón con la fuerza de tu Espíritu;
algunas veces nos confundimos
porque el maligno es tentador;
en ocasiones se nos cierra la mente
y nos cuesta comprender el misterio de tu vida
y no escuchamos atentamente tu palabra;
danos, Señor, la fuerza de tu Espíritu
que nos lo haga comprender todo
y nos lleve a la verdad plena,
como le prometiste a los apóstoles;
que seamos capaces de seguir tus pasos,
las huellas de tu presencia de amor
que vas dejando junto a nosotros;
que no se nos cieguen los ojos del alma
para que podamos ver y descubrir
tu presencia y tu amor.

Tú eres nuestra salvación y nuestra vida,
tú eres el camino que nos conduce a la plenitud de Dios,
eres la verdad de Dios que se nos revela
y nos revela el misterio de Dios
pero nos ayuda a comprender la verdad del hombre,
nos revela el misterio del hombre,
la grandeza que en tu verdad encontramos
y nos hace libres,
porque nos hace hijos amados de Dios;
tú eres la vida que queremos vivir,
permaneciendo en tu amor,
caminando tu camino,
llenándonos de ti,
porque sabemos que sin ti nada somos
 ni nada podemos hacer.

Que te busque siempre, Señor,
y que nunca me aparte de ti.

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