Una profesión de fe en el Pan bajado del cielo y una adoración
Quiero
comenzar mi oración
haciendo
una profesión de fe;
creo
en ti, Señor,
Tú
eres el Pan de vida,
Tú
eres el Pan de Dios
que
baja de cielo para dar vida al mundo;
eres
Tú el que nos das el verdadero Pan del cielo,
porque
eres Tú mismo que te nos das,
que
nos llenas de tu vida,
que
nos haces tener vida para siempre;
creo
en ti, Señor,
para
siempre presente para nosotros
en
el Sacramento de la Eucaristía.
Señor,
dame siempre de ese pan,
te
quiero decir en esta tarde
porque
tengo deseos de ti,
de
tu vida y de tu amor,
de
tu paz y de la plenitud de tu ser
que
nos llena y que nos inunda;
sabemos
que comiéndote a ti
no
volveremos a tener hambre de otro pan,
creemos
que eres el agua viva
que
sacia la sed más profunda
que
podamos tener en nuestro corazón;
creemos
en ti, Señor;
queremos
ir contigo;
queremos
estar contigo;
queremos
manifestarte
nuestra
fe y nuestro amor.
Aquí
estás real y verdaderamente presente
en
el sacramento de la Eucaristía;
quieres
ser presencia permanente junto a nosotros
quieres ser nuestro alimento;
eres
el viático para nuestro camino,
el
pan de vida que nos alimenta
y
el agua viva que sacia nuestra sed más profunda;
aquí
estás, Señor,
y
al tiempo que queremos expresar nuestra fe
nos
postramos en adoración;
eres
el único Señor
y
el único Dios de nuestra vida;
el
Dios ante quien nos postramos humildes en adoración;
adorarte
es reconocerte como nuestro Dios;
adorarte
es reconocer tu grandeza infinita,
la
inmensidad de tu existencia
y
la omnipotencia de tu poder y tu amor;
adorarte
y expresarte todo nuestro amor,
un
amor sobre todas las cosas,
un
amor con todo el corazón,
con
toda el alma,
con
todo nuestro ser,
con
toda nuestra vida;
te
adoramos y te reconocemos
como
nuestro Dios y nuestro único Señor;
adorarte
que es recordar permanentemente
cuanto
has hecho
y
sigues haciendo por nosotros,
es
recordar las maravillas
que
te vemos realizar en el evangelio
que
nos fundamentan para confesar nuestra fe,
pero
es recordar
y
hacer presente en todo momento
cuanto
sigues haciendo por nosotros;
no
lo podemos olvidar,
tiene
que estar presente siempre
en
todo lo que hagamos
ese
sentimiento de adoración
que
tiene que ser una postura que tomemos en la vida,
una
manera de ser y de hacer,
una
manera de manifestarnos como creyentes,
la
más profunda manifestación de nuestro amor.
Gracias,
Señor,
por
estar para nosotros y para siempre
en
el misterio de la Eucaristía,
para
alimentarnos y para llenarnos de vida,
para
sentir tu fortaleza y tu gracia
y
así podamos realizar las obras del amor.
Danos
siempre de este pan,
para
que tengamos vida para siempre.
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