martes, 6 de mayo de 2014

Una profesión de fe en el Pan bajado del cielo y una adoración

Una profesión de fe en el Pan bajado del cielo y una adoración


Quiero comenzar mi oración
haciendo una profesión de fe;
creo en ti, Señor,
Tú eres el Pan de vida,
Tú eres el Pan de Dios
que baja de cielo para dar vida al mundo;
eres Tú el que nos das el verdadero Pan del cielo,
porque eres Tú mismo que te nos das,
que nos llenas de tu vida,
que nos haces tener vida para siempre;
creo en ti, Señor,
para siempre presente para nosotros
en el Sacramento de la Eucaristía.

Señor, dame siempre de ese pan,
te quiero decir en esta tarde
porque tengo deseos de ti,
de tu vida y de tu amor,
de tu paz y de la plenitud de tu ser
que nos llena y que nos inunda;
sabemos que comiéndote a ti
no volveremos a tener hambre de otro pan,
creemos que eres el agua viva
que sacia la sed más profunda
que podamos tener en nuestro corazón;
creemos en ti, Señor;
queremos ir contigo;
queremos estar contigo;
queremos manifestarte
nuestra fe y nuestro amor.

Aquí estás real y verdaderamente presente
en el sacramento de la Eucaristía;
quieres ser presencia permanente junto a nosotros
 quieres ser nuestro alimento;
eres el viático para nuestro camino,
el pan de vida que nos alimenta
y el agua viva que sacia nuestra sed más profunda;
aquí estás, Señor,
y al tiempo que queremos expresar nuestra fe
nos postramos en adoración;
eres el único Señor
y el único Dios de nuestra vida;
el Dios ante quien nos postramos humildes en adoración;
adorarte es reconocerte como nuestro Dios;
adorarte es reconocer tu grandeza infinita,
la inmensidad de tu existencia
y la omnipotencia de tu poder y tu amor;
adorarte y expresarte todo nuestro amor,
un amor sobre todas las cosas,
un amor con todo el corazón,
con toda el alma,
con todo nuestro ser,
con toda nuestra vida;
te adoramos y te reconocemos
como nuestro Dios y nuestro único Señor;
adorarte que es recordar permanentemente
cuanto has hecho
y sigues haciendo por nosotros,
es recordar las maravillas
que te vemos realizar en el evangelio
que nos fundamentan para confesar nuestra fe,
pero es recordar
y hacer presente en todo momento
cuanto sigues haciendo por nosotros;
no lo podemos olvidar,
tiene que estar presente siempre
en todo lo que hagamos
ese sentimiento de adoración
que tiene que ser una postura que tomemos en la vida,
una manera de ser y de hacer,
una manera de manifestarnos como creyentes,
la más profunda manifestación de nuestro amor.

Gracias, Señor,
por estar para nosotros y para siempre
en el misterio de la Eucaristía,
para alimentarnos y para llenarnos de vida,
para sentir tu fortaleza y tu gracia
y así podamos realizar las obras del amor.

Danos siempre de este pan,
para que tengamos vida para siempre.

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