lunes, 7 de mayo de 2012


Gracias porque te nos revelas por amor y quieres habitar en nosotros


Quiero comenzar
este momento de adoración y oración
dándote gracias, Señor,
por tanto amor como nos manifiestas
que nos revelas los secretos de tu corazón
lleno de amor por nosotros;
¿por qué tanto amor?
¿por qué te nos revelas así?
no merecemos tantos detalles de amor
que tienes con nosotros
para abrirnos así tu corazón
y querer incluso habitar en nosotros;
como el amigo que se pregunta
ante la confidencia del amigo
¿por qué a mí?
¿por qué tienes esa confianza conmigo?
nos sentimos abrumados
y agradecidos por tu amor.

En la cena pascual
descorriste los velos de tu corazón ante los discípulos
como en una locura de amor
para decirles que tanto era tu amor
que así te revelabas
y así querías habitar en sus corazones;
los llamaste amigos,
ya no querías considerarlos unos siervos
porque solo a los amigos se les revela
la intimidad del corazón
y eso es lo que hiciste con ellos;
así quieres manifestarte a nosotros también
cuando son sinceridad y humildad venimos a ti
poniendo deseos de amor en nuestro espíritu
en nuestra oración;
quieres hacernos entrar
en una intimidad divina contigo
en nuestra oración;
no quieres que nuestra oración sea
una repitición ritual de unas plegarias,
sino un encuentro vivo de amor
porque nos quieres introducir
en lo hondo de tu corazón lleno de amor
y quieres habitar también en nuestro corazón.

Que aprenda yo a abrir mi corazón a tu presencia;
que aprenda a dejarme cautivar por tu amor
para llenarme de tu vida;
que me deje conducir por tu Espíritu
para entrar en esa intimidad de amor
con la que quieres regalarme en mi vida.

Nos hablaste hoy de cumplir tus mandamientos
y de escuchar tu Palabra
como expresión de ese amor que te tenemos,
pero nos revelas cómo el Padre nos ama
y quiere habitar en nosotros,
inundar nuestro corazón
con tu vida divina y con tu amor.

Gracias, Señor,
el gozo que sentimos ante tal maravilla es grande
y más aún cuando nos dices
que para que seamos capaces de comprender tales maravillas
y no las olvidemos nunca
nos vas a conceder la Sabiduría del Espíritu Santo.

Que venga sí, el Espíritu Santo a nosotros
para que nos llene de tu vida divina
y podamos sentirnos y ser en verdad hijos;
que se derrame el Espíritu santo
que nos fortalezca
en nuestra lucha contra el mal y el pecado
e inspire todo lo bueno que hemos de hacer;
que venga el Espíritu Santo
y nos revele
toda la inmensidad del misterio de Dios
y nos haga recordar cuando Jesús nos ha enseñado;
que venga el Espíritu Santo
para que nos haga disfrutar de tu salvación
y tengamos la valentía de ser tus testigos
para que a todos llegue la Buena Nueva del Evangelio.

Gracias, Señor, por tanto amor.

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