Gracias porque te nos revelas por amor y quieres habitar en nosotros
Quiero
comenzar
este
momento de adoración y oración
dándote
gracias, Señor,
por
tanto amor como nos manifiestas
que
nos revelas los secretos de tu corazón
lleno
de amor por nosotros;
¿por
qué tanto amor?
¿por
qué te nos revelas así?
no
merecemos tantos detalles de amor
que
tienes con nosotros
para
abrirnos así tu corazón
y
querer incluso habitar en nosotros;
como
el amigo que se pregunta
ante
la confidencia del amigo
¿por
qué a mí?
¿por
qué tienes esa confianza conmigo?
nos
sentimos abrumados
y
agradecidos por tu amor.
En
la cena pascual
descorriste
los velos de tu corazón ante los discípulos
como
en una locura de amor
para
decirles que tanto era tu amor
que
así te revelabas
y
así querías habitar en sus corazones;
los
llamaste amigos,
ya
no querías considerarlos unos siervos
porque
solo a los amigos se les revela
la
intimidad del corazón
y
eso es lo que hiciste con ellos;
así
quieres manifestarte a nosotros también
cuando
son sinceridad y humildad venimos a ti
poniendo
deseos de amor en nuestro espíritu
en
nuestra oración;
quieres
hacernos entrar
en
una intimidad divina contigo
en
nuestra oración;
no
quieres que nuestra oración sea
una
repitición ritual de unas plegarias,
sino
un encuentro vivo de amor
porque
nos quieres introducir
en
lo hondo de tu corazón lleno de amor
y
quieres habitar también en nuestro corazón.
Que
aprenda yo a abrir mi corazón a tu presencia;
que
aprenda a dejarme cautivar por tu amor
para
llenarme de tu vida;
que
me deje conducir por tu Espíritu
para
entrar en esa intimidad de amor
con
la que quieres regalarme en mi vida.
Nos
hablaste hoy de cumplir tus mandamientos
y
de escuchar tu Palabra
como
expresión de ese amor que te tenemos,
pero
nos revelas cómo el Padre nos ama
y
quiere habitar en nosotros,
inundar
nuestro corazón
con
tu vida divina y con tu amor.
Gracias,
Señor,
el
gozo que sentimos ante tal maravilla es grande
y
más aún cuando nos dices
que
para que seamos capaces de comprender tales maravillas
y
no las olvidemos nunca
nos
vas a conceder la Sabiduría del Espíritu Santo.
Que
venga sí, el Espíritu Santo a nosotros
para
que nos llene de tu vida divina
y
podamos sentirnos y ser en verdad hijos;
que
se derrame el Espíritu santo
que
nos fortalezca
en
nuestra lucha contra el mal y el pecado
e
inspire todo lo bueno que hemos de hacer;
que
venga el Espíritu Santo
y
nos revele
toda
la inmensidad del misterio de Dios
y
nos haga recordar cuando Jesús nos ha enseñado;
que
venga el Espíritu Santo
para
que nos haga disfrutar de tu salvación
y
tengamos la valentía de ser tus testigos
para
que a todos llegue la Buena Nueva del Evangelio.
Gracias,
Señor, por tanto amor.
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