viernes, 4 de mayo de 2012


¡Qué grande es, Señor, tu misericordia y tu amor!


¡Qué grande es, Señor,
tu misericordia y tu amor!
Que no me canse nunca de considerarlo y meditarlo
para reconocerlo agradecido en todo  momento;
cuando en esta tarde venimos a postrarnos
ante el Sacramento de tu presencia y de tu amor,
quiero darte gracias, Señor,
porque siempre estás a mi lado
alentando mi esperanza,
llenando mi vida de fe,
impulsandome a amarte cada día más.

Tu designio de amor es eterno,
porque desde toda la eternidad nos amas
y, aunque con nuestro pecado nos apartamos de ti,
siempre estuvo presente en nuestra vida,
como una llamada a la vida y a la conversión,
tu anuncio y promesa de salvación;
ya desde el primer momento de la caída
en el pecado original de Adán
anunciaste que un día llegaría la salvación a nuestra vida,
porque la serpiente del mal sería derrotada
y su cabeza sería escachada por el linaje de una mujer;
era el anuncio del salvador,
el anuncio de la salvación,
que era un anuncio de amor permanente y fiel,
un amor eterno e infinito
como es siempre tu amor;
todo tuvo su cumplimiento en Cristo Jesús,
tu Hijo amado que nos enviaste
para ser nuestro salvador.

Cuando contemplamos tu amor
y la presencia de Jesús junto a nosotros
nos sentimos alentados
porque aunque muchas veces nuestros caminos
se vuelvan oscuros a causa de nuestro pecado,
tu amor fiel
siempre nos está ofreciendo
el perdón,
el amor,
la paz,
la gracia salvadora
que regenera nuestra vida;
que sepa abrir los ojos de la fe
y sepa descubrir
que la luz de tu amor nunca se apaga;
que sepa perseverar
a pesar de mi inconstancia y mi debilidad
porque tu amor es un amor fiel
que permanece para siempre;
sabemos que siempre estás a nuestro lado
alentando nuestra esperanza,
fortaleciéndonos en nuestra debilidad
y si nosotros buscamos el seguir tus caminos,
seguir tras las huellas de tus pasos,
nos tienes reservado el cielo
unas estancias de gloria,
 de vida y de salvación eterna.

Que yo sepa seguir tu camino,
sepa seguirte a ti
que eres el Camino y la Verdad y la Vida,
porque siguiendote a ti
podremos llegar al cielo,
a gozar tu presencia,
a vivir la visión de Dios,
a participar de tu gloria eterna;
tú nos lo garantizas, Señor,
y nosotros queremos poner toda nuestra confianza en ti.

¡Qué grande es, Señor, tu misericordia y tu amor!

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