jueves, 3 de mayo de 2012


Contemplando tu rostro nos sentimos transportados al cielo


Hasta Ti venimos, Señor, en esta tarde
con la humildad de sentirnos pequeños en tu presencia,
pero con el deseo grande del corazón
de quererte conocerte cada día más
porque cada día queremos amarte mejor;
queremos ver tu rostro, Señor,
queremos conocer tu corazón,
queremos traspasar los velos del misterio
porque ansiamos
desde lo más hondo de nosotros mismos
poder contemplarte cara a cara,
disfrutar de tu presencia,
llenarnos de tu vida y de tu misterio de amor.

Poder contemplarte
sería sentirnos inundados de tu divinidad,
sería como sentirnos transportados al cielo,
y sería ya anticipar la gloria del cielo
que no es otra cosa que contemplarte a ti eternamente
y eternamente cantar tu gloria y tu alabanza.

Son muchos los velos
que me impiden poder contemplar tu rostro,
pero sentimos la envidia del Tabor
para poder contemplar tu gloria
como lo hicieron Pedro, Santiago y Juan;
pero estamos tan encerrados en nosotros mismos
con nuestro pecado
que un velo de sombras oscurece nuestra mirada
y no terminamos de poder contemplarte, Señor.

Eres tú el que nos llenas de luz
y haces desaparecer esas tinieblas
que oscurecen nuestra vida;
por eso con humildad nos ponemos ante ti,
porque queremos que el río de tu gracia
inunde nuestra vida,
nos purifique
y nos haga disfrutar de esa nueva vida
que Tú nos regales.

Poder contemplarte me exige
ser cada día más santo,
para poder estar más purificado
para llenarme de tu luz;
conocerte es llenarme de tu vida y de tu gracia;
conocerte me exige ser cada día más santo
quitando todas las impurezas que manchan mi corazón;
no soy digno, Señor, de que mores en mí,
pero sé que tú quieres limpiarme,
levantarme,
inundarme de tu vida y de tu gracia;
aquí estoy, Señor, haz de mí lo que quieras,
me pongo en tus manos,
dame la fuerza que necesito para superarme
y ser cada día mejor,
dame la gracia de conocerte y amarte más.

Que esa santidad me haga sentir más fuerte
tu presencia en mi vida,
pero que transformando mi vida
desde la contemplación y el gozo de tu presencia
haga visible tu presencia
a través de mi vida cada día más santa
para que todos también puedan conocerte,
amarte y alabarte cada día más.

Que se despierte esa honda aspiración
en lo hondo de mi corazón;
que se despierte la fe para sentir cada día más
las ansias de ti y de conocerte;
que sepa descubrir como cada día vienes a mí
y me regalas tu gracia y tu presencia
que solo sabré descubrir desde la fe;
ahí estas permanentemente en el Sagrario,
ahí te nos regalas en los Sacramentos;
ahí podemos escucharte en la Palabra proclamada cada día;
ahí te podemos descubrir donde haya verdadero amor,
porque donde amor verdadero siempre está Dios;
aquí en medio de nosotros estás, Señor.

Ábreme los ojos de la fe
para poder contemplarte cada día, Señor.

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