Contemplando tu rostro nos sentimos transportados al cielo
Hasta
Ti venimos, Señor, en esta tarde
con
la humildad de sentirnos pequeños en tu presencia,
pero
con el deseo grande del corazón
de
quererte conocerte cada día más
porque
cada día queremos amarte mejor;
queremos
ver tu rostro, Señor,
queremos
conocer tu corazón,
queremos
traspasar los velos del misterio
porque
ansiamos
desde
lo más hondo de nosotros mismos
poder
contemplarte cara a cara,
disfrutar
de tu presencia,
llenarnos
de tu vida y de tu misterio de amor.
Poder
contemplarte
sería
sentirnos inundados de tu divinidad,
sería
como sentirnos transportados al cielo,
y
sería ya anticipar la gloria del cielo
que
no es otra cosa que contemplarte a ti eternamente
y
eternamente cantar tu gloria y tu alabanza.
Son
muchos los velos
que
me impiden poder contemplar tu rostro,
pero
sentimos la envidia del Tabor
para
poder contemplar tu gloria
como
lo hicieron Pedro, Santiago y Juan;
pero
estamos tan encerrados en nosotros mismos
con
nuestro pecado
que
un velo de sombras oscurece nuestra mirada
y
no terminamos de poder contemplarte, Señor.
Eres
tú el que nos llenas de luz
y
haces desaparecer esas tinieblas
que
oscurecen nuestra vida;
por
eso con humildad nos ponemos ante ti,
porque
queremos que el río de tu gracia
inunde
nuestra vida,
nos
purifique
y
nos haga disfrutar de esa nueva vida
que
Tú nos regales.
Poder
contemplarte me exige
ser
cada día más santo,
para
poder estar más purificado
para
llenarme de tu luz;
conocerte
es llenarme de tu vida y de tu gracia;
conocerte
me exige ser cada día más santo
quitando
todas las impurezas que manchan mi corazón;
no
soy digno, Señor, de que mores en mí,
pero
sé que tú quieres limpiarme,
levantarme,
inundarme
de tu vida y de tu gracia;
aquí
estoy, Señor, haz de mí lo que quieras,
me
pongo en tus manos,
dame
la fuerza que necesito para superarme
y
ser cada día mejor,
dame
la gracia de conocerte y amarte más.
Que
esa santidad me haga sentir más fuerte
tu
presencia en mi vida,
pero
que transformando mi vida
desde
la contemplación y el gozo de tu presencia
haga
visible tu presencia
a
través de mi vida cada día más santa
para
que todos también puedan conocerte,
amarte
y alabarte cada día más.
Que
se despierte esa honda aspiración
en
lo hondo de mi corazón;
que
se despierte la fe para sentir cada día más
las
ansias de ti y de conocerte;
que
sepa descubrir como cada día vienes a mí
y
me regalas tu gracia y tu presencia
que
solo sabré descubrir desde la fe;
ahí
estas permanentemente en el Sagrario,
ahí
te nos regalas en los Sacramentos;
ahí
podemos escucharte en la Palabra proclamada cada día;
ahí
te podemos descubrir donde haya verdadero amor,
porque
donde amor verdadero siempre está Dios;
aquí
en medio de nosotros estás, Señor.
Ábreme
los ojos de la fe
para
poder contemplarte cada día, Señor.
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