Yo quiero ser tu discípulo, Señor
Yo
quiero ser tu discípulo, Señor,
quiero
seguir tus pasos,
seguir
tu camino;
contemplando
tu vida,
escuchando
tu palabra
nos
sentimos cautivados por ti
y
queremos parecernos a ti,
haciendo
tus mismas obras de amor,
viviendo tu vida.
viviendo tu vida.
Soy
un atrevido, Señor,
cuando
me atrevo a manifestar estos deseos
conociendo
lo que es mi vida
con
sus tropiezos y caídas,
con
mis cansancios y mi inconstancia,
pero
aún así quiero seguirte diciendo
que
quiero ser tu discípulo, Señor.
Enséñame
que es lo que tengo que hacer;
descúbreme
cuáles son tus exigencias;
que
yo sea capaz de comprender bien
qué
es lo que me pides;
me
sería fácil hacer algunas cosas buenas
en
algun momento,
pero
sé que lo que tú me pides es algo más;
no
es hacer cosas sino vivir tu vida,
no
es sólo sentirme cautivado
por
las cosas maravillosas que haces,
sino
disponerme a vivir tu misma vida;
el
camino que nos enseñas
no
son solo una bonita y atrayente idea,
ni
bonitos mensajes y bellas palabras,
sino
que es una vida de entrega y de amor total;
no
es solo quedarme en los milagros que hacías
sino
seguir tus pasos
para
vivir una entrega como la tuya hasta el final;
eso
es más costoso,
eso es algo más que apuntarse
como
quien se apunta a club,
eso
me exige una disponibilidad total,
una
generosidad hasta el extremo en mi corazón,
un
olvidarme de mi mismo
para
solo pensar como tú
para
estar siempre buscando el bien de los demás,
para
que con todo lo que hago
busque
siempre la gloria de Dios.
Y
es que ser tu discipulo
es
vivir tu vida de tal manera
que
me configure totalmente contigo,
que
sea capaz de decir como Pablo,
ya
no vivo yo,
sino
que es Cristo quien vive en mí;
es
configurarme contigo para ser otro Cristo;
la
unción que recibí en el bautismo
no
era solo un rito de un momento,
sino
era la señal comprometida
de
que ya para siempre iba a ser un ungido,
otro
Cristo;
eres
tú, Cristo,
es
tu vida,
tu
palabra l
a
que tengo que transportar a mi vida
para
hacerme uno contigo.
Por
eso necesito estar unido a ti,
como
el sarmiento a la vid,
porque
sin ti no podría hacer nada,
no
podría ser nada;
nos
lo has pedido en el evangelio
y
hemos de tenerlo muy presente;
por
eso vengo hasta ti en la oración
para
llenarme de ti,
para
dejarme inundar de tu vida,
y
ya no viva yo,
sino
que seas tú el que viva en mí.
Que
esa savia divina de la gracia
corra
por las venas de mi alma,
para
que sienta para siempre tu fuerza,
tu
vida,
tu
gracia
y
nunca se rompa por el pecado
esa
uniòn que he de vivir contigo.
Dame
tu fuerza, Señor,
dame
tu gracia;
que
todo sea siempre para la gloria de Dios.
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