En cada corazón que nazca la esperanza estarás naciendo Tú
Ven,
Señor Jesús,
te
vamos a repetir muchas veces en estos días;
una
vez más esta postrados en tu presencia sacramental
te
decimos:
Marana
Tha, ven, Señor Jesús.
Necesitamos,
Señor, tu presencia
que
aliente nuestra vida y la llene de esperanza;
necesitamos
tu presencia en medio del mundo
que
vemos tan sin esperanza,
dejándose
arrastrar los agobios y problemas de la vida;
el
mundo te necesita, Señor,
nosotros
te necesitamos
porque
al mundo le falta luz cuando le faltas tú,
como
tantas veces repetimos en este camino de adviento;
encontramos
mucho desaliento a nuestro alrededor
y
tenemos el peligro de llenar nosotros nuestro corazón
del
mismo desaliento y angustia;
queremos
pedirte en esta tarde
por
tantos que caminan a nuestro lado sin rumbo,
por
los que han perdido la fe,
por
los que quieren construir un mundo sin ti,
por
los que se ven envueltos
por
el materialismo de la vida o la sensualidad,
por
los que han puesto su horizonte
solo
en las cosas materiales de cada día
y
lo que tienen delante de los ojos.
Ven,
Señor Jesús,
que
sepamos encontrar tu luz,
que
nos dejemos iluminar por tu luz;
mueve
nuestros corazones
para
que nos mantengamos en fidelidad
en
medio de las dificultades y tentaciones;
mueve
los corazones de los que nos rodean
para
que no pierdan la esperanza,
por
muy dura que sea la vida
y
muchos sean los nubarrones que nos acechen,
para
que tengan fe
en
que es posible hacer un mundo mejor;
siempre
hay un rayo de luz que nos ilumina,
porque
tú nos dejas muchas señales de esa luz
en
el amor de los buenos,
de
tantos que hacen el bien
y
se preocupan de los demás;
son
rayos de luz y de esperanza;
que
todos sepamos descubrir
que
Tú vienes a nosotros
y
eres nuestra fuerza y nuestra luz
en
la tarea de hacer un mundo mejor y más humano;
que
no se nos cieguen los ojos
por
el materialismo de la vida,
o
por la sensualidad que nos rodea,
que
sepamos alzar bien alto la cabeza
porque
se acerca tu salvación,
y
con tu salvación
llega
la paz a nuestros corazones,
llega
la fuerza para amar con un amor como el tuyo;
que
no nos cansemos de amar,
sembrando
así con nuestro amor
sonrisas
en el corazón de tantos
que
viven en la ansiedad y en la amargura,
que
cuando sonríe el corazón
es
porque ha nacido la esperanza.
Ven,
Señor Jesús.
Iniciamos
el camino del Adviento
que
nos lleva a la Navidad y hemos de prepararnos bien;
vienes,
Señor a nuestra vida con tu salvación;
que
sepamos descubrir
lo
que es verdaderamente importante en la navidad
y
no nos ciegue el consumismo reinante
que
todo lo materializa y lo llena de banalidad;
tú
naciste pobre en Belén
sin
tener donde reclinar la cabeza,
pero
fue un día grande y alegría
que
vivieron de manera especial los más pobres,
los
pastores de Belén,
porque
les había nacido un Salvador;
que
así lleguemos a vivirlo nosotros también
desde
nuestra austeridad pero con el más grande amor;
que
sepamos sembrar esperanza
en
el corazón de los que nos rodean
y
en cada corazón que nazca la esperanza
estaremos
viendo que estás naciendo tú también.
Ven,
Señor Jesús.
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