Gracias, Señor, por nuestros mayores
Hoy quiero darte gracias, Señor, por nuestros mayores;
cuánto hemos recibido de ellos;
muchas veces nuestro corazón desagradecido los olvida,
nos creemos tan autosuficientes
que pensamos que lo que somos
lo hemos conseguido nosotros solos;
si nuestros mayores no hubieran puesto
los cimientos de este edificio que habitamos
con sus esfuerzo, con su trabajo,
con sus sacrificios,
con su amor,
con la educación que nos dieron,
seguro que no sería tan hermoso;
por eso, quiero darte gracias, Señor, por nuestros mayores,
porque es mucho lo que de ellos recibimos;
gracias, Señor, por nuestros mayores
y porque ellos me enseñaron a conocerte a ti,
sembraron la fe en mi corazón
con la que hoy vengo ante ti
para hablarte y para darte gracias.
Que yo aprenda, Señor,
de su capacidad de sacrificio,
un sacrificio abnegado,
un sacrificio generoso
y lleno siempre de alegria y de paz,
que les hacía olvidarse de si mismos;
cómo lo necesitamos aprender
ahora que lo rehuimos tan fácilmente,
que las cosas parece que son más fáciles
y lo que buscamos siempre es la comodidad
y el menor esfuerzo;
danos esa generosidad de corazón
y esa capacidad de sacrificio
que en ellos descubrimos.
Que aprenda yo también a ser agradecido con ellos,
con mi cariño,
con mi respeto,
con la valoración de sus vidas
aunque los veamos frágiles y débiles,
ellos son valiosos e importantes;
y te pido por ellos, Señor,
para que nunca se sientan solos ni abandonados;
que encuentren siempre el cariño de los suyos
y el cariño lleno de respeto
que todos podamos ofrecerles;
que no se sientan inútiles
porque quizá ya no puedan hacer los mismos trabajos
que en los años jóvenes hacían,
o porque piensen que ellos lo harían mejor de otra manera;
que sepan descubrir que cada momento
tiene su tiempo de fortaleza o de debilidad,
pero que la vida siempre tenemos que vivirla con intensidad,
y la intensidad no está solo en hacer muchas cosas,
sino en poner amor en las pequeñas cosas
que pueda hacer cada día;
que sigan dándonos esos hermosos ejemplos
de valentía,
de generosidad,
de paciencia,
de amor
y que nosotros sepamos agradecérselos;
que tengan generosidad en su corazón
para dejar que ya sean otros
los que llevan las riendas de la vida,
que si a ellos les tocó sembrar un día,
ahora son otros los que continúan la sementera;
que lleguen a descubrir
que sus vidas para ti son siempre valiosas
y aprendan a ofrecerte lo que son,
sus debilidades y achaques
que pueden ser una riqueza de gracia para tu Iglesia.
Te pedimos por ellos, Señor,
a los que queremos ofrecer todo nuestro cariño.
Bendícelos, Señor, con tu gracia.
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