Yo quiero ser sarmiento, Señor, unido a la vid
Yo quiero ser sarmiento, Señor,
que siempre esté unido a la vid,
que siempre esté unido a ti;
lo sé muy bien que sin ti nada soy,
que si me separo de ti
mi vida se seca y muere,
que sólo estando contigo
es como puedo tener vida y dar fruto;
pero sabes, Señor, lo débil que soy,
cómo se enfría mi amor
y me separo de ti
y me convierto en sarmiento seco y estéril
que merece sólo ser echado al fuego.
Quiero amarte, Señor,
y sentir en lo más hondo de mi mismo
el deseo grande de estar unido a ti,
como saben estar unidos los que se aman,
como se buscan los enamorados,
como se encuentran los amigos;
caldea mi amor, Señor,
para que no se enfríe
y no busque otros caminos
sino que sólo te busque a ti,
porque lo eres todo para mí.
Tú te nos has revelado como amor,
nos manifiestas
cómo es el rostro misericordioso del Padre
y en todo nos estás regalando amor;
creo en ti
y siento en lo más hondo de mi alma
tu amor que permanece para siempre
porque desde toda la eternidad me estas amando
y para toda la eternidad me seguirás amando;
creo, Señor, en ti
y quiero amarte sobre todas las cosas
para ser ese sarmiento que dé fruto;
quiero estar contigo, Señor,
y en tu nombre
y por tu nombre hacer todas las cosas;
la pesca será abundante como la de Pedro
en aquella mañana del mar de Galilea,
la santidad resplandecerá entonces en mi alma,
y podré llevar tu amor y tu paz
a los que nos rodean;
me uno a ti
para que tu savia llegue a mi alma,
pero sé también, Señor, que a través mío
llegue la savia de tu gracia a los demás
en cuanto bueno pueda hacer por los otros,
en el testomonio que dé de tu amor;
que mantenga esa comunión contigo,
pero que aprenda también
a mantener esa comunión con los hermanos,
con todos los hombres
para hacerles llegar
la riqueza de tu amor y de tu vida.
Quiero ser sarmiento, Señor,
que una tanto a ti
que ya mi vida no sea mi vida,
sino que seas tú el que vives en mí;
dame la dicha, Señor, de vivir tu vida,
de dejarme inundar de tu amor,
de sentir siempre la fortaleza de tu Espiritu.
Quiero ser sarmiento, Señor,
que siempre esté unido a la vid,
que siempre esté unido a ti.
Yo quiero ser sarmiento, Señor,
que siempre esté unido a la vid,
que siempre esté unido a ti;
lo sé muy bien que sin ti nada soy,
que si me separo de ti
mi vida se seca y muere,
que sólo estando contigo
es como puedo tener vida y dar fruto;
pero sabes, Señor, lo débil que soy,
cómo se enfría mi amor
y me separo de ti
y me convierto en sarmiento seco y estéril
que merece sólo ser echado al fuego.
Quiero amarte, Señor,
y sentir en lo más hondo de mi mismo
el deseo grande de estar unido a ti,
como saben estar unidos los que se aman,
como se buscan los enamorados,
como se encuentran los amigos;
caldea mi amor, Señor,
para que no se enfríe
y no busque otros caminos
sino que sólo te busque a ti,
porque lo eres todo para mí.
Tú te nos has revelado como amor,
nos manifiestas
cómo es el rostro misericordioso del Padre
y en todo nos estás regalando amor;
creo en ti
y siento en lo más hondo de mi alma
tu amor que permanece para siempre
porque desde toda la eternidad me estas amando
y para toda la eternidad me seguirás amando;
creo, Señor, en ti
y quiero amarte sobre todas las cosas
para ser ese sarmiento que dé fruto;
quiero estar contigo, Señor,
y en tu nombre
y por tu nombre hacer todas las cosas;
la pesca será abundante como la de Pedro
en aquella mañana del mar de Galilea,
la santidad resplandecerá entonces en mi alma,
y podré llevar tu amor y tu paz
a los que nos rodean;
me uno a ti
para que tu savia llegue a mi alma,
pero sé también, Señor, que a través mío
llegue la savia de tu gracia a los demás
en cuanto bueno pueda hacer por los otros,
en el testomonio que dé de tu amor;
que mantenga esa comunión contigo,
pero que aprenda también
a mantener esa comunión con los hermanos,
con todos los hombres
para hacerles llegar
la riqueza de tu amor y de tu vida.
Quiero ser sarmiento, Señor,
que una tanto a ti
que ya mi vida no sea mi vida,
sino que seas tú el que vives en mí;
dame la dicha, Señor, de vivir tu vida,
de dejarme inundar de tu amor,
de sentir siempre la fortaleza de tu Espiritu.
Quiero ser sarmiento, Señor,
que siempre esté unido a la vid,
que siempre esté unido a ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario