Dame, Señor, espíritu apostólico y misionero
¡Qué
a gusto nos sentimos en tu presencia, Señor,
sabiendo
que en ti encontramos siempre
la
paz y el descanso del alma que necesitamos!
Tú
siempre estás ahí
esperándonos
con tu amor
para
llenarnos de vida y de paz;
estás
en nuestros sagrarios
en
la espera de que vayamos a ti,
y
estás en el fondo de nuestro corazón
para
hacernos sentir con fuerza tu amor;
aunque
no lo merezcamos,
porque
nos sentimos en verdad pequeños y pecadores,
siempre
nos estás ofreciendo tu amor
y
esperando que vayamos a ti,
que
eres el que nos purificas con tu amor
y
nos llenas de tu paz,
el
que nos llenas de alegría
y
pones ilusión y esperanza en el corazón,
el
que nos das el aliento que necesitamos
en
nuestra torpeza y debilidad.
Hoy
quiero comenzar a pedirte
aquel
don que le concediste a Lidia de Tiatira
que
nos contaban los Hechos de los Apóstoles:
que
se nos abra el corazón
para
que sepamos aceptar tu Palabra;
que
no haya interferencias en mi vida,
que sepa hacer silencio en mi corazón,
que
nada me distraiga,
que
me llene de humildad y de amor
para
aceptar tu Palabra,
lo que Tú, Señor, cada día quieres
trasmitirme;
eres
la luz de mi camino,
eres
la fuerza para mis luchas y trabajos,
eres
la verdad que llenas totalmente mi corazón,
eres
mi vida y quiero que todo sea siempre
para
glorificar tu nombre.
No
siempre doy la respuesta que me pides,
ni
el testimonio que necesitan los que me rodean
de
mi fe y de mi amor;
nos
sentimos tantas veces desorientados
y
sin saber qué hacer,
débiles
y cobardes por las dificultades
que
vamos encontrando
olvidando
que tú nos has prometido
la
asistencia de tu Espíritu,
el
que nos lo enseñaría todo,
el
que nos recordaría todo lo que tu nos enseñaste,
el
que movería mi corazón para amarte más y mejor,
el
que me daría la fuerza que necesito
para
dar ese testimonio valiente ante mis hermanos.
Dame,
Señor, espíritu apostólico y misionero,
haz
que sienta ardor en mi corazón
frente
a tanto bueno que tenemos que hacer
para
que no me adormezca
ni
me acobarde ante las dificultades;
muchas
veces las dificultades
las
tenemos en nosotros mismos,
no
solo en aquellos
que
puedan oponerse a nuestro mensaje,
porque
vivimos una vida anodina
y
con falta de entusiasmo;
danos
vitalidad a lo que hacemos
para
que no caigamos en la pendiente de las rutinas,
de
los cansancios y desencantos,
de
la desgana y de la frialdad;
haz
que nuestras comunidades
sean
comunidades llenas de vitalidad
evangélica
y misionera
para
que seamos capaces de contagiar
de
nuestra fe y de nuestra esperanza
al
mundo que nos rodea;
que
no sean comunidades encerradas en sí mismas,
sino
que la fe y el amor las haga expansivas
para
ir por el mundo llevando tu mensaje;
que
se fortalezca nuestra fe
desde
un encuentro vivo contigo
en
la oración y en los sacramentos,
que
se revitalice la vida cristiana de nuestras comunidades,
que
seamos por el testimonio de nuestra vida
verdaderos
evangelizadores de nuestro mundo
tan
necesitado de tu luz.
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