lunes, 6 de mayo de 2013


Dame, Señor, espíritu apostólico y misionero


¡Qué a gusto nos sentimos en tu presencia, Señor,
sabiendo que en ti encontramos siempre
la paz y el descanso del alma que necesitamos!

Tú siempre estás ahí
esperándonos con tu amor
para llenarnos de vida y de paz;
estás en nuestros sagrarios
en la espera de que vayamos a ti,
y estás en el fondo de nuestro corazón
para hacernos sentir con fuerza tu amor;
aunque no lo merezcamos,
porque nos sentimos en verdad pequeños y pecadores,
siempre nos estás ofreciendo tu amor
y esperando que vayamos a ti,
que eres el que nos purificas con tu amor
y nos llenas de tu paz,
el que nos llenas de alegría
y pones ilusión y esperanza en el corazón,
el que  nos das el aliento que necesitamos
en nuestra torpeza y debilidad.

Hoy quiero comenzar a pedirte
aquel don que le concediste a Lidia de Tiatira
que nos contaban los Hechos de los Apóstoles:
que se nos abra el corazón
para que sepamos aceptar tu Palabra;
que no haya interferencias en mi vida,
 que sepa hacer silencio en mi corazón,
que nada me distraiga,
que me llene de humildad y de amor
para aceptar tu Palabra,
 lo que Tú, Señor, cada día quieres trasmitirme;
eres la luz de mi camino,
eres la fuerza para mis luchas y trabajos,
eres la verdad que llenas totalmente mi corazón,
eres mi vida y quiero que todo sea siempre
para glorificar tu nombre.

No siempre doy la respuesta que me pides,
ni el testimonio que necesitan los que me rodean
de mi fe y de mi amor;
nos sentimos tantas veces desorientados
y sin saber qué hacer,
débiles y cobardes por las dificultades
que vamos encontrando
olvidando que tú nos has prometido
la asistencia de tu Espíritu,
el que nos lo enseñaría todo,
el que nos recordaría todo lo que tu nos enseñaste,
el que movería mi corazón para amarte más y mejor,
el que me daría la fuerza que necesito
para dar ese testimonio valiente ante mis hermanos.

Dame, Señor, espíritu apostólico y misionero,
haz que sienta ardor en mi corazón
frente a tanto bueno que tenemos que hacer
para que no me adormezca
ni me acobarde ante las dificultades;
muchas veces las dificultades
las tenemos en nosotros mismos,
no solo en aquellos
que puedan oponerse a nuestro mensaje,
porque vivimos una vida anodina
y con falta de entusiasmo;
danos vitalidad a lo que hacemos
para que no caigamos en la pendiente de las rutinas,
de los cansancios y desencantos,
de la desgana y de la frialdad;
haz que nuestras comunidades
sean comunidades llenas de vitalidad
evangélica y misionera
para que seamos capaces de contagiar
de nuestra fe y de nuestra esperanza
al mundo que nos rodea;
que no sean comunidades encerradas en sí mismas,
sino que la fe y el amor las haga expansivas
para ir por el mundo llevando tu mensaje;
que se fortalezca nuestra fe
desde un encuentro vivo contigo
en la oración y en los sacramentos,
que se revitalice la vida cristiana de nuestras comunidades,
que seamos por el testimonio de nuestra vida
verdaderos evangelizadores de nuestro mundo
tan necesitado de tu luz.

No hay comentarios: