Gracias por el don de la fe, que permanezcamos para siempre en tu amor
Queremos
cantar tus alabanzas, Señor,
cuando
en esta tarde nos postramos en tu presencia.
¡Qué
grande eres y qué inmenso es tu amor!
Te
alabamos, Señor,
y
te bendecimos,
te
damos gracias;
que
todo sea siempre para tu gloria, Señor.
Tú
nos llamas, Señor,
a
vivir en tu gracia y en tu amor;
tu
salvación alcanza a todos los hombres,
porque
no quieres que nadie se pierda;
has
purificado nuestros corazones
con
el don de la fe
y
por pura gracia estamos llenos de tu salvación;
no
es obra nuestra, es tu gracia,
el
regalo de vida que nos haces
con
el don de la fe que ilumina nuestra vida,
que
nos hace reconocer tu gloria y tu grandeza,
que
nos hace descubrir
cuantas
maravillas haces en nosotros
y
sigues haciendo en nuestro mundo
cuando
a todos llamas a la vida y a la salvación.
Queremos
decir sí con toda nuestra fe
y
con todo nuestro amor;
te
decimos sí y queremos vivir tu vida,
llenarnos
de tu gracia,
sentir
el fuego de tu amor en nuestro corazón;
queremos
decirte sí reconociendo
que
tú eres nuestro único Señor y salvador.
Con
la fe decimos sí a tu amor
y
en tu amor queremos vivir;
nos
sentimos amados
y
no podemos menos que amar;
nos
sentimos amados
y
porque creemos en ti
queremos
permanecer para siempre
unidos
a ti en tu amor;
la
fe nos conduce al amor,
ese
amor de Dios que ha despertado en nosotros la fe;
cuando
reconocemos tu amor
porque
creemos en ti,
reconocemos
que tú eres el único Señor de nuestra vida
y
nos queremos sentir envueltos en tu amor para siempre;
tú
nos has dicho, Señor,
que
como el Padre te ha amado,
así
nos amas tú a nosotros
y
nos invitas a permanecer para siempre en el amor;
danos
tu fuerza y tu gracia, Señor,
para
que nunca nos apartemos de tu amor,
para
que nunca se nos apague la llama de la fe
y
siempre permanezcamos en ti;
sabemos
que nos has prometido
que
estarías siempre con nosotros,
que
tu gracia nunca nos faltaría;
por
eso no tememos los problemas y las dificultades
porque
en ti nos sentimos seguros
y
fortalecidos en tu amor;
porque
te amamos y creemos en ti
no
caben nunca más en nuestro corazón las tristezas,
porque
tú pones siempre esperanza
en
nuestros corazones;
por
la fe sabemos
que
de las negruras de la vida podemos salir,
que
las situaciones difíciles las podemos superar,
que
siempre hay un rayo de luz
y
una pincelada de color
que
podemos poner en nuestra vida;
haz
que vivamos intensamente nuestra fe
para
que no nos falte nunca tu alegría,
que
quieres que llegue en nosotros a su plenitud;
danos
fuerza, Señor
para
que vivamos con entusiasmo
la
alegría de nuestra fe,
que
se manifieste en nuestras actitudes
y
en nuestro actuar,
que
llene de sonrisas nuestros rostros
y
nuestro corazón,
que
despierte en nuestra vida ilusión y esperanza
con
la que contagiar a los demás.
Gracias,
Señor, por el don de la fe,
que
permanezcamos para siempre en tu amor.
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