Gracias, Señor, por inundarme con tu presencia y con tu amor
¡Oh
Dios, que te alaben los pueblos,
que
todos los pueblos te alaben!
Nos
unimos, sí,
a
todos los pueblos de la tierra
para
alabarte y bendecirte
en
este día que celebramos tu pascua;
cada
domingo es pascua,
porque
cada domingo recordamos
y
anunciamos tu muerte y tu resurrección.
Para
ti sea siempre la gloria,
y
el honor,
y
la alabanza.
¿Cómo
no vamos cantar tu gloria
y
darte gracias
con
todas las maravillas que haces en nosotros?
Cuánto
nos amas, Señor,
y
nosotros queremos amarte y guardar tu Palabra,
sabiendo
cómo nos sentimos
regalados
por el amor del Padre;
qué
maravilla realizas en nosotros
cuando
en tu amor
quieres
hacer morada en nosotros,
en
nuestro corazón;
ya
no tenemos que buscarte
allá
en lo alto de los cielos,
ni
en cosas espectaculares
que por supuesto siempre
nos
estarán hablando de tu presencia;
no
podemos decir que estas lejos,
que
estás aquí o estás allá,
porque
sabemos que estás en nosotros,
dentro
de nuestro corazón;
nos
has hecho morada de Dios,
nos
has hecho templos del Espíritu,
porque
así quieres habitar en nosotros.
¿Cómo
no regocijarnos y cantar tu alabanza,
cómo
no darte gracias
y
bendecir tu nombre por siempre?
Señor,
que yo comprenda
las
maravillas que realizas en mi vida,
que
sea consciente de lo que significa
el
que habitas en mi corazón
para
que sea cada día más santo;
es
tu gracia y tu presencia que nos santifica,
pero
yo sea capaz de colaborar con tu gracia,
que
me deje conducir por tu Espíritu
para
que siempre viva en tu amor,
para
que siempre viva en tu gracia,
para
que siempre sienta tu paz en mi corazón.
Que
sea capaz de abrirme a ti,
para
sumergirme en ti,
para
llenarme de ti;
que
sea capaz de dejar atrás
mis
miedos y cobardías,
mis
egoísmos e insolidaridades
para
abrir de verdad mi corazón a tu presencia
y
entre para siempre en la órbita del amor,
de
ese amor tuyo que se ha derramado en mi corazón
y
que me hará amar siempre y a tu manera,
para
sentirme inundado por tu amor
y
para vivir ya para siempre
en
el amor y para el amor;
mi
vida no tendría ya que tener otro sentido
que
vivir amando y amando a tu manera,
como
tú nos amas,
como
tú te entregaste por mí hasta la pascua,
hasta
la muerte en la cruz.
Que
me llene de tu Espíritu,
que
me deje conducir y enseñar por El,
que
sienta para siempre la paz en el corazón;
que
no tema contratiempos ni dificultades
porque
estando tú conmigo siempre tendré paz;
que
aunque muchas sean las tentaciones que acechen mi vida,
me
sienta seguro en ti
y
con la fuerza de tu Espíritu
nunca
pierda la paz en el corazón;
que
a pesar de que muchas veces me sienta débil,
lleno
de limitaciones,
o
con el cuerpo lacerado por el dolor y el sufrimiento,
yo
no pierda la paz
porque
sé que tú estás ahí a mi lado,
mejor,
dentro de mí
y
la paz nunca me faltará;
teniéndote
a ti
y
dejándome inundar por tu amor,
podré
estar siempre lleno de paz,
porque
sé que Dios habita en mi corazón.
Gracias,
Señor, por tu paz;
gracias
por la fuerza de tu Espíritu;
gracias,
Señor,
por
inundarme con tu presencia
y
con tu amor.
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