domingo, 5 de mayo de 2013


Gracias, Señor, por inundarme con tu presencia y con tu amor


¡Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben!

Nos unimos, sí,
a todos los pueblos de la tierra
para alabarte y bendecirte
en este día que celebramos tu pascua;
cada domingo es pascua,
porque cada domingo recordamos
y anunciamos tu muerte y tu resurrección.

Para ti sea siempre la gloria,
y el honor,
y la alabanza.
¿Cómo no vamos cantar tu gloria
y darte gracias
con todas las maravillas que haces en nosotros?

Cuánto nos amas, Señor,
y nosotros queremos amarte y guardar tu Palabra,
sabiendo cómo nos sentimos
regalados por el amor del Padre;
qué maravilla realizas en nosotros
cuando en tu amor
quieres hacer morada en nosotros,
en nuestro corazón;
ya no tenemos que buscarte
allá en lo alto de los cielos,
ni en cosas espectaculares
 que por supuesto siempre
nos estarán hablando de tu presencia;
no podemos decir que estas lejos,
que estás aquí o estás allá,
porque sabemos que estás en nosotros,
dentro de nuestro corazón;
nos has hecho morada de Dios,
nos has hecho templos del Espíritu,
porque así quieres habitar en nosotros.

¿Cómo no regocijarnos y cantar tu alabanza,
cómo no darte gracias
y bendecir tu nombre por siempre?
Señor, que yo comprenda
las maravillas que realizas en mi vida,
que sea consciente de lo que significa
el que habitas en mi corazón
para que sea cada día más santo;
es tu gracia y tu presencia que nos santifica,
pero yo sea capaz de colaborar con tu gracia,
que me deje conducir por tu Espíritu
para que siempre viva en tu amor,
para que siempre viva en tu gracia,
para que siempre sienta tu paz en mi corazón.

Que sea capaz de abrirme a ti,
para sumergirme en ti,
para llenarme de ti;
que sea capaz de dejar atrás
mis miedos y cobardías,
mis egoísmos e insolidaridades
para abrir de verdad mi corazón a tu presencia
y entre para siempre en la órbita del amor,
de ese amor tuyo que se ha derramado en mi corazón
y que me hará amar siempre y a tu manera,
para sentirme inundado por tu amor
y para vivir ya para siempre
en el amor y para el amor;
mi vida no tendría ya que tener otro sentido
que vivir amando y amando a tu manera,
como tú nos amas,
como tú te entregaste por mí hasta la pascua,
hasta la muerte en la cruz.

Que me llene de tu Espíritu,
que me deje conducir y enseñar por El,
que sienta para siempre la paz en el corazón;
que no tema contratiempos ni dificultades
porque estando tú conmigo siempre tendré paz;
que aunque muchas sean las tentaciones que acechen mi vida,
me sienta seguro en ti
y con la fuerza de tu Espíritu
nunca pierda la paz en el corazón;
que a pesar de que muchas veces me sienta débil,
lleno de limitaciones,
o con el cuerpo lacerado por el dolor y el sufrimiento,
yo no pierda la paz
porque sé que tú estás ahí a mi lado,
mejor, dentro de mí
y la paz nunca me faltará;
teniéndote a ti
y dejándome inundar por tu amor,
podré estar siempre lleno de paz,
porque sé que Dios habita en mi corazón.

Gracias, Señor, por tu paz;
gracias por la fuerza de tu Espíritu;
gracias, Señor,
por inundarme con tu presencia
y con tu amor.

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