Quédate con nosotros, tú eres la luz que necesitamos
Quédate con nosotros,
Señor,
te queremos decir
esta tarde;
quédate con nosotros
porque si tú no estás
a nuestro lado
todo se volverá noche
para nosotros;
quédate con nosotros,
Señor,
porque tú eres la luz
que necesitamos
y sin tu luz nada
somos,
nada podemos hacer
y no sabremos a donde
ir;
tu luz y tu presencia
es guía para nuestro caminar,
fuerza para nuestras
luchas,
vida que nos eleva y
nos hace grandes
porque nos llena de
ti;
quédate de nosotros
para que no se nos
haga tarde,
para que no caiga la
tarde
ni la oscuridad sobre
nuestra vida.
Hemos disfrutado
estando contigo,
hablándote de corazón
a corazón,
mientras tú te metías
en nosotros
y nos hacías sentir
las delicias de tu ternura,
el gozo de tu amor,
la alegría de poder
creer en ti
queriendo seguir tu
camino;
hemos ido desgranando
nuestras peticiones
expresándote con la
confianza del amor
lo que son nuestras
necesidades
y lo que creemos
que son las
necesidades de los que nos rodean,
nuestros deseos que
querían hacerse en nosotros
voluntad de cosas
buenas,
las ansias más
profundas
que tenemos en
nuestro ser,
de manera que a
cuanto más te decíamos
más hambre sentíamos
de ti.
Te hemos sentido
cercano,
tu palabra ha ido
resonando
cada vez más fuerte
en nuestro corazón,
pero, aunque palabra
exigente,
sin embargo nos sabía
dulce en el alma
cautivándonos con tu
ternura y tu amor
y suscitando en
nosotros
deseos de caminar a
tu paso;
no siempre nos era fácil
pero como te sentimos
a nuestro lado
poníamos más voluntad
en hacer tu voluntad,
empezamos a no temer
lo que fuera
sacrificio y entrega
porque contemplando
tu amor,
viendo hasta donde
llegaba
tu entrega de amor
por nosotros,
ya solo queremos
imitarte,
parecernos a ti,
seguir tus huellas,
vivir en tu amor;
tanto comenzaba a
arder nuestro corazón
inflamado por el
fuego de tu amor
y por el calor
ardiente de tu presencia.
Quédate con nosotros,
Señor, te pedimos
y deseamos de verdad
que estés con nosotros
porque sabemos que
para nosotros vas a partir el pan,
pero nos enseñarás
también
cómo nosotros hemos
de partir el pan;
tú te partes y te
repartes
para que te comamos
y nos llenemos de tu
vida y de amor;
tú nos enseñas
cómo nosotros hemos
también de partirnos y repartirnos
porque ya nuestra
vida no tiene otra razón de ser
que la de amar,
la de compartir,
la de sentirnos uno
con el hermano
haciendo nuestros sus
sufrimientos,
compartiendo sus
alegrías y sufrimientos,
viviendo en una auténtica hermandad;
pero solos no lo
podemos hacer
y por eso te
necesitamos,
necesitamos que estés
junto a nosotros,
que nos des el fuego de tu Espíritu
que nos vivifique en
el amor,
que nos haga
desprendernos de las rémoras
que nos impiden ir
sin ninguna atadura
al encuentro con los
demás,
y que nos contagie de
tu corazón humilde
para saber nosotros
ser también
compasivos y
misericordiosos con los hermanos
que sufren a nuestro
lado.
Quédate con nosotros,
Señor,
que no nos falte
nunca tu luz y tu amor,
que la fuerza de tu
Espíritu nos llene de vida,
que contagiemos al
mundo con tu amor.
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