miércoles, 8 de mayo de 2013


Danos, Señor, santos sacerdotes, verdaderos pastores a imagen tuya, Buen Pastor


Con el gozo de sentirme en tu presencia,
presencia especial en el sacramento de la Eucaristía
que nos has dejado como alimento,
como viático para nuestro caminar,
me postro ante ti, Señor,
confesando una vez más mi fe
en tu presencia real y verdadera
en el Sacramento de la Eucaristía.

Te entregaste, Señor,
con la entrega más suprema y más sublime
cuando diste por nosotros tu vida en la Cruz,
 pero en tu amor por nosotros
quisiste aún más hacerte nuestro alimento
haciéndote Eucaristía
para que comiéndote pudiéramos tener vida
y tener vida para siempre;
pero cuando instituiste el Sacramento de la Eucaristía
al mismo tiempo confiaste a los apóstoles,
tus discípulos
que pudieran seguir haciendo lo mismo hasta tu vuelta
instituyendo así el sacerdocio ministerial
que te hiciera presente en los sacramentos.

Hoy quiero pedirte, Señor, por los sacerdotes,
aquellos hombres que llamaste de entre todos los hombres
para que se convirtieran por su vida y consagración
en sacramento de tu presencia y de tu amor
confiándoles además el ministerio
de poder celebrar la Eucaristía y los demás sacramentos.

Gracias, Señor, por los sacerdotes,
gracias, Señor, por haber instituido
para el bien y servicio de tu Iglesia
el sacerdocio ministerial;
gracias, Señor, por todos aquellos que has llamado
y has puesto a nuestro lado
para que en el ejercicio de su ministerio
te hicieran presente junto a nosotros,
alimentándonos con tu Palabra,
pero dándonos también la gracia
y el alimento de los Sacramentos.

Tú que eres el Buen Pastor
has hecho partícipes de tu ministerio pastoral a los sacerdotes
para que ayuden a caminar al pueblo de Dios
siguiendo el camino del evangelio
para nuestra propia santificación;
son los pastores que nos alimentan con tu Palabra,
celebran para nosotros los sacramentos,
pero que a imagen tuya, Buen Pastor,
están junto a tu rebaño, el pueblo de Dios,
para ayudarle a encontrar los pastos de vida eterna,
el alimento divino de tu gracia.

Quiero pedirte por todos los sacerdotes sin excepción
para que les conceda la gracia de ser santos;
son humanos como nosotros,
hombres entresacados de entre los hombres,
con las mismas debilidades y tentaciones
que nosotros también tenemos,
pero necesitamos el ejemplo que nos estimule,
la palabra que nos oriente,
el testimonio de una vida santa
que nos haga levantarnos a nosotros también
para aspirar de la misma manera a la santidad;
haz, Señor,
y lo puedes hacer dándoles tu gracia,
que sean santos para que nos ayuden a nosotros a ser santos.

Pero de manera especial te pide hoy
por tantos sacerdotes que han estado cerca de mi vida
de una manera u otra a lo largo de los años,
desde el Sacerdote que me Bautizó,
hasta todos los sacerdotes que me han dado tu perdón
en el sacramento de la Penitencia,
los Sacerdotes que han celebrado la Eucaristía junto a mí
dándome a comer tu Cuerpo y a beber tu Sangre,
desde el día que hice la primera comunión hasta hoy,
desde los sacerdotes que me han hecho llegar tu palabra
o han estado en mi comunidad ayudándonos a caminar;
te pido por los sacerdotes santos
que me han edificado con su santidad y su celo pastoral,
como de los que son tibios y quizá tan pecadores como yo,
pero que necesitan también como nosotros
la gracia divina que les ayude a ser más santos,
haciéndose ardientes pastores
preocupados por el pueblo de Dios;
te pido por los sacerdotes mayores
y los más jóvenes recién ordenados
que están estrenando aun su sacerdocio;
son muchos los sacerdotes que tendría que recordar.

Que no faltan nunca sacerdotes en tu Iglesia,
en nuestras comunidades,
que sean muchos los llamados al sacerdocio
y respondan con generosidad y entusiasmo;
danos, Señor, abundantes vocaciones,
semillero de abundantes futuros sacerdotes;
danos, Señor, santos y celosos sacerdotes,
auténticos pastores del pueblo de Dios,
a imagen tuya, Buen Pastor.

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