Danos, Señor, santos sacerdotes, verdaderos pastores a imagen tuya, Buen Pastor
Con el gozo de sentirme en tu
presencia,
presencia especial en el sacramento
de la Eucaristía
que nos has dejado como alimento,
como viático para nuestro caminar,
me postro ante ti, Señor,
confesando una vez más mi fe
en tu presencia real y verdadera
en el Sacramento de la Eucaristía.
Te entregaste, Señor,
con la entrega más suprema y más
sublime
cuando diste por nosotros tu vida en
la Cruz,
pero en tu amor por nosotros
quisiste aún más hacerte nuestro
alimento
haciéndote Eucaristía
para que comiéndote pudiéramos tener
vida
y tener vida para siempre;
pero cuando instituiste el
Sacramento de la Eucaristía
al mismo tiempo confiaste a los
apóstoles,
tus discípulos
que pudieran seguir haciendo lo
mismo hasta tu vuelta
instituyendo así el sacerdocio
ministerial
que te hiciera presente en los
sacramentos.
Hoy quiero pedirte, Señor, por los
sacerdotes,
aquellos hombres que llamaste de
entre todos los hombres
para que se convirtieran por su vida
y consagración
en sacramento de tu presencia y de
tu amor
confiándoles además el ministerio
de poder celebrar la Eucaristía y
los demás sacramentos.
Gracias, Señor, por los sacerdotes,
gracias, Señor, por haber instituido
para el bien y servicio de tu
Iglesia
el sacerdocio ministerial;
gracias, Señor, por todos aquellos
que has llamado
y has puesto a nuestro lado
para que en el ejercicio de su
ministerio
te hicieran presente junto a
nosotros,
alimentándonos con tu Palabra,
pero dándonos también la gracia
y el alimento de los Sacramentos.
Tú que eres el Buen Pastor
has hecho partícipes de tu
ministerio pastoral a los sacerdotes
para que ayuden a caminar al pueblo
de Dios
siguiendo el camino del evangelio
para nuestra propia santificación;
son los pastores que nos alimentan
con tu Palabra,
celebran para nosotros los
sacramentos,
pero que a imagen tuya, Buen Pastor,
están junto a tu rebaño, el pueblo
de Dios,
para ayudarle a encontrar los pastos
de vida eterna,
el alimento divino de tu gracia.
Quiero pedirte por todos los
sacerdotes sin excepción
para que les conceda la gracia de
ser santos;
son humanos como nosotros,
hombres entresacados de entre los
hombres,
con las mismas debilidades y
tentaciones
que nosotros también tenemos,
pero necesitamos el ejemplo que nos
estimule,
la palabra que nos oriente,
el testimonio de una vida santa
que nos haga levantarnos a nosotros
también
para aspirar de la misma manera a la
santidad;
haz, Señor,
y lo puedes hacer dándoles tu
gracia,
que sean santos para que nos ayuden
a nosotros a ser santos.
Pero de manera especial te pide hoy
por tantos sacerdotes que han estado
cerca de mi vida
de una manera u otra a lo largo de
los años,
desde el Sacerdote que me Bautizó,
hasta todos los sacerdotes que me
han dado tu perdón
en el sacramento de la Penitencia,
los Sacerdotes que han celebrado la
Eucaristía junto a mí
dándome a comer tu Cuerpo y a beber
tu Sangre,
desde el día que hice la primera
comunión hasta hoy,
desde los sacerdotes que me han
hecho llegar tu palabra
o han estado en mi comunidad
ayudándonos a caminar;
te pido por los sacerdotes santos
que me han edificado con su santidad
y su celo pastoral,
como de los que son tibios y quizá
tan pecadores como yo,
pero que necesitan también como
nosotros
la gracia divina que les ayude a ser
más santos,
haciéndose ardientes pastores
preocupados por el pueblo de Dios;
te pido por los sacerdotes mayores
y los más jóvenes recién ordenados
que están estrenando aun su
sacerdocio;
son muchos los sacerdotes que
tendría que recordar.
Que no faltan nunca sacerdotes en tu
Iglesia,
en nuestras comunidades,
que sean muchos los llamados al
sacerdocio
y respondan con generosidad y
entusiasmo;
danos, Señor, abundantes vocaciones,
semillero de abundantes futuros
sacerdotes;
danos, Señor, santos y celosos
sacerdotes,
auténticos pastores del pueblo de
Dios,
a imagen tuya, Buen Pastor.
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